jueves, 24 de mayo de 2012

LAS 7 PEORES MATAPASIONES DE LAS MUJERES EN "ESE MOMENTO"


#7. Que la mina sea vaca echá (mujer tronco)

Qué fome estar en lo mejor del acto amatorio, así dele que suene y la mina no tenga ni un brillo, ni un movimiento, ni un gritito, ni un “¡Ay, qué rico. Dale papá!”.

Nada, ¡qué fome! y uno por más que trata de ponerle color a la cosa, la mina está muda mirando pa’l techo. ¡Nooooooooo, qué charcha!


#6. La pieza demasiado grande

A ver, ¿cómo lo explico?: cuando la mina ya viene con harto carrete en el cuerpo y se ha comido sus buenos mandingos, uno que es chileno promedio pasa un poco de vergüenza y en el momento del sexo, andái puro gueveando. Por más que la acomodái de una forma u otra, no hay caso, la cosa ya está muy ancha y lamentablemente ni llevándola al mar se aprieta un poquito.


#5. Que la mina te salga pelúa

¡Noooooooo, qué charcha!: hay algunas namis que definitivamente se pelearon con la prestobarba, nada más desagradable que agarrar una pierna o mirarle un sobaco a una mina llena de pelos.


#4. Ya, pero tú primero

Imagínense la escena: ella y tú, desnudos mirándose a los ojos y uno de puro caliente saca esa frase disimulada que hemos inventado los hombres para que vayan al pilón sin que suene muy rasca: “¡bésalo!” . Ella con su cara angelical te queda mirando y te dice “¡ya, pero tú primero!”

Entonces uno agarra papa, la acomoda mirando el cielo, empieza por la boquita, el cuellito, las pechugitas, el ombligito, va bajando y al llegar, “¡ffffuuuuuaaaaa!”. Jurel tipo salmón, abierto el tarro y 3 días al sol. En ese momento lo único que queda es hacer un amague y volver arriba otra vez a tomar un poco de aire.


#3. Hacerlo informado

El acto sexual nos ofrece un sinnúmero de variadas poses que nos estimulan y nos dejan listos para el momento cúlmine del acto, es decir, son un precalentamiento. Dentro de estas poses, está la muy conocida 69: la forma de amar sin verse las caras. Bacán. Uno tranquilito, ahí no más; ella se sube, te pone toda su humanidad en la cara, vas a empezar a hacer lo tuyo y nooooooooo… un pedazo de confort pegado, matando toda tu pasión, y lo que es peor, que te salga un pedazo de diario como La Cuarta o Las Últimas Noticias. No, eso sí que es charcha y peor que vengan con una noticia trágica.

Definitivamente eso destruye cualquier intención de seguir gozando.


#2. El perrito siiiiii!!

La pose favorita de los actores porno de hoy en día, acompañada de las clásicas frases gringas “¡oh, my god!”, “fuck me, baby” y el “yes, yes ,yes, yes, ooohaaa!” , entre otros. Uno, como buen chileno copión, obviamente llega a la casa, agarra a la mina, la acomoda a lo perrito, se coloca en posición, lo va a poner y ¡fuaaaa!, olor a canoa. El típico olor a canoa matapasiones que enbarra ese momento, qué terrible estar allí y que te llegue todo ese olor, aunque he escuchado que a algunos desgenerados no sólo les gusta, sino que les excita.

Por lo menos no es mi caso y si se le sale un peo, peor. Igual uno de puro caliente debe seguir. Total, ya está allí.


#1. La decepción total

Conoces una minita por ahí, te enganchaste, ella se enganchó de ti, pincharon, se pegaron sus polvitos, pero como el hombre siempre anda buscando algo más, ligerito empieza a insinuarle a la mina esa intención de entrar por donde no se debe. Total, ya lo aburrió el acceso principal y quiere entrar por la ventanita del baño, ¿me entienden?

Ella pone su cara más seria y te trata de cochino o degenerado o “por ahí dicen que duele” y al final, con todas esas frases uno más se calienta. Al final, uno de tanto hablarle y usar frases como “entonces no me querís poh”, la termina convenciendo, la lleva al sacrificio, la pone boca abajo, ella te mira hacia atrás y dice “despacito, que es la primera vez que hago esto”, entonces uno más se calienta con eso, llega al limite, se está asomando, va a hacer el gol y… ¡ssshhhhuuuaaaaa!, como Pedro por su casa, ni una resistencia, ni un permiso. Como entrar a un terminal de buses y para peor, ella con la cara pegada a la almohada pregunta “¿y entró? Shuaaaa, qué decepción. En ese momento comienzan a pasar las frases del gueón sicoseado por tu cabeza: Si yo fui el primero, ¿en qué más me habrá mentido esta otra?



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