lunes, 25 de abril de 2011

UN EXTRAÑO SUEÑO

Anoche al dormir, necesitado de un gran descanso soñé un montón de extrañas cosas, pensaba que no iba a soñar absolutamente nada por la cuasi sobredosis de alcohol de la noche anterior y el ajetreado y trasnochado día domingo cargado de cosas raras y nuevas.

Todo empezaba como en una gran sala de clases café de madera en donde había todo tipo de gente conocida y no conocida, aunque un par de ellos me molestaban levemente por una cicatriz que llevo en mi frente podía imponerme ante ellos dándome a respetar mientras deambulaba entre las calificaciones de aquella mística clase de alguna extraña materia.

Al marcharme para la casa en el patio del colegio pude ver que saltaba alto, muy alto e intentaba volar o mantenerme más tiempo en el aire, y camino a casa pude desarrollar nociones de cómo volar a distancias cortas, como planeando y haciendo movimientos en el aire, me sentía tan liviano. Al rato algo llamó mi atención en una calle entre casas altas abandonadas, al otro lado de una estrecha calle había un gran muro, sobre el alambrado de púas y unas mallas siguiente al muro. La curiosidad me invadió y me colgué del muro viendo que no hubiera nadie, pero era muy alto que trepe y pude ver ligeramente que no había nadie. Entonces decidí saltar aprovechando mi nueva habilidad de volar y lo traspasé, al caer fue blando, el terreno era de tierra, piedras, pequeñas colinas, ocre o arcilla y hacia mi distante izquierda una casucha abandonada de color medio verdosa de material viejo. Estaba nervioso pero decidí caminar unos pasos internándome al terreno y un paso gatilló que hubiera un temblor fuerte en ese lugar y la tierra se abriera cayéndose a ese desconocido abismo, de pronto escuchaba gente salir y volví a saltar la cerca para marcharme, pero me detuvieron, fueron amables y me pidieron que los acompañara. No sentí miedo pero si asombro de todo esto. Nos introdujimos al subterráneo del terreno. Me contaron que yo había gatillado una de las señales del fin del mundo y que eran doce señales para que resucitara Jesús. Por ello era algo así como un elegido, me mostraron una gran sala llena de monitores, computadores y luces en donde rastrean y monitorean donde se producirán las señales en el mundo y algo así como cuando la primera señal sea descubierta las demás no tardarían nada en aparecer.

Me encaminaban por pasillos de alfombra verde, pasillos como de oficinas y me pedían que me quedara con ellos, me llevaron a una especie de gimnasio o sala grande, muy grande en donde había mucha gente, colchonetas, provisiones, cajas y computadores monitoreándolo todo y donde serán las señales. Allí me subí a la torre de cajas mas alta y salte planeando hacia abajo cayendo lentamente haciendo volteretas por puro ocio, hasta que en uno de los monitores vi a mi ex novia, me acerqué a ver lo que hácia y me explicaba y se alegraba que yo fuese un “elegido” pero entre ambos el trato era sólo de buena crianza pero una poderosa pared de hielo y e indiferencia que me daba lo mismo.

Pasaba el tiempo y conocía gente, chicas, tenía un grupo de amigas en donde me encontraba con un ex compañero (Rodrigo Merino) y amigo del instituto en donde estudié, fue todo genial esa sensación. También me encontré en la disyuntiva de pertenecer a un grupo o a otro ya que en ambos tenía amigas y debía escoger en uno o el otro siendo que querían que estuviese con ellas.

Ahí desperté lentamente con la boca seca, mucha sed y con el recuerdo más vivo del sueño. Es raro…. Estuve todo el día recordándolo.

Los colores predominantes eran el ocre, rojizo, café y verde oscuro.



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